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Por Javiera Pizzoleo , 10 de julio de 2023 | 11:01

“Tenemos aún importantes desafíos que superar para lograr una transición energética económica y segura”

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Ricardo Álvarez, investigador de SERC Chile, explica que Chile ha tenido un proceso muy exitoso de transición energética en los últimos 10 años, no obstante aún existen desafíos necesarios de abarcar.

América Latina ha disminuido su inversión en energías renovables en un 65% en 10 años. Así lo menciona la edición 2023 de Energy Transition Index del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), donde deja en evidencia el lento progreso de Latinoamérica en comparación con otros continentes. 

De acuerdo con el WEF, “para lograr los objetivos de transición energética a largo plazo requiere un impulso sostenido, incluso frente a las perturbaciones macroeconómicas y geopolíticas a corto plazo”. India y Singapur son las dos únicas economías importantes que han logrado un impulso sostenido en la creación de equidad, sostenibilidad y seguridad energética. No obstante, el impulso que se le da a la transición energética a nivel mundial es insuficiente, sobre todo con el estancamiento de puntuaciones de Índice de Transición Energética (ETI, por sus siglas en inglés). 

Chile ha subido su puntuación de ETI en la última década (2014-2023), en un 5.26. Pero ¿cómo se ha ido desarrollando la transición energética en Chile? De acuerdo con Ricardo Álvarez, investigador de SERC Chile y profesor de la Universidad Técnica Federico Santa María, indicó a Reporte Minero y Energético, que el país “ha tenido un proceso muy exitoso de transición energética en los últimos 10 años, caracterizado por una fuerte incorporación de energías renovables no convencionales (ERNC) para la generación de electricidad”. 

“A fines del 2012 teníamos alrededor de 1 GW de capacidad instalada de ERNC, mientras que en la actualidad tenemos casi 14 GW, lo que representa más del 40% de la capacidad instalada del país. Esto permitió que el 2022 un 33% de la energía eléctrica fuera generada por ERNC”, destacó el investigador. 

Principales desafíos y cómo enfrentarlos

Álvarez explica que existe una serie de desafíos en torno a la transición energética que Chile debe ir enfrentando para transitar de mejor manera a la carbono neutralidad al 2050. “Tenemos aún importantes desafíos que superar para lograr una transición energética económica y segura”.

De este modo, “uno de los desafíos más importantes es aumentar la capacidad del sistema de transmisión de manera oportuna, para que se adapte a los nuevos escenarios de generación”. El investigador de SERC Chile explica que este desafío es particularmente complejo: “Debido a los largos tiempos de construcción de nuevas líneas (que puede tardar entre 5 y 10 años), junto con el creciente rechazo social hacia los proyectos de transmisión”. 

Debido a esto, se deben buscar soluciones complementarias “para aumentar la capacidad de transmisión del sistema de manera oportuna (…) No contar con una adecuada capacidad de transmisión se traduce en mayores costos de generación, congestiones y vertimiento de energía limpia”.

Asimismo, el profesor de la USM sostiene que hay un desafío relacionado a la vulnerabilidad del sistema eléctrico chileno a fuentes de incertidumbre de distinta índole y nivel. “Históricamente, la principal fuente de incertidumbre en Chile para la planificación han sido los afluentes hidrológicos, debido a la importancia de la generación hidroeléctrica y la capacidad de regulación multianual de la Laguna del Laja. Sin embargo, en la actualidad han surgido otras fuentes de incertidumbre que tienen diferentes escalas de tiempo y que derivan de procesos de alta complejidad. Un ejemplo de este tipo de procesos es el cambio climático, que trae consigo nuevos desafíos para la planificación de corto, mediano y largo plazo”, añade Álvarez.

“Dado que Chile sigue manteniendo una dependencia de la importación de combustibles fósiles, es que emergen fuentes de incertidumbre derivadas de interacciones en mercados internacionales, que pueden llegar a imponer condiciones de vulnerabilidad en términos de precios de combustibles y disponibilidad de éstos. Un ejemplo actual es lo que estamos viviendo con la situación compleja del mercado internacional de gas, que ha conllevado a altos costos y riesgos de estrechez energética. En este contexto, el principal desafío es lograr una infraestructura eléctrica con un nivel de flexibilidad tal que asegure una operación resiliente del sistema eléctrico chileno frente a fuentes de incertidumbre con múltiples escalas de tiempo”, propone el investigador de SERC.

Por último, menciona que otros desafíos existentes es la necesidad de adaptar los procesos industriales, específicamente del sector minero, a la disponibilidad del recurso renovable: “Continuar con la descentralización en la generación eléctrica, la electrificación de áreas remotas con el uso de recursos renovables locales, así como contar con un marco regulatorio flexible, que se adaptarse a los cambios tecnológicos”. 

Medidas a corto y mediano plazo

No obstante, para avanzar en algunos de estos desafíos, se deben tomar ciertas medidas, una de las cuales es “modificar el marco regulatorio y revisar la estructura del mercado para que se vaya adaptando a los desafíos y requerimientos de las distintas etapas de la transición energética”. 

“En el corto plazo, es de suma urgencia modificar el marco regulatorio en cuanto a la planificación de la infraestructura eléctrica. En la actualidad, el Sistema Eléctrico Nacional tiene importantes niveles de congestión, lo que no solo está afectando la operación económica del sistema (aumentando los costos de generación y el vertimiento de energías renovables), sino que además está afectando los márgenes de los proyectos de generación, en particular de las energías renovables”, dice Álvarez, donde además agrega que es sumamente necesario “un marco regulatorio que fomente la integración de tecnologías flexibles en el sistema que permitan mitigar las congestiones del sistema en el corto plazo, de manera costo-eficiente”.

Mientras que a mediano plazo, se necesita “un marco regulatorio que permita planificar una infraestructura eléctrica resiliente y compatible con la transformación energética de Chile hacia la carbono-neutralidad”. Donde el investigador concluye que “el marco regulatorio debe entregar las señales económicas eficientes y oportunas para la incorporación eficiente de alternativas tecnológicas flexibles como sistemas de almacenamiento, incluyendo la producción de hidrógeno verde, gestión de la demanda, y el uso inteligente de recursos distribuidos, las que pueden proveer al sistema de la flexibilidad necesaria para mitigar el impacto de escenarios adversos a futuro”. 

De este modo, lo anteriormente explicado “debe ir de la mano de una revisión del mercado eléctrico, que promueva el desarrollo competitivo de estas alternativas flexibles”.   

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