Dra. Andreina García sobre sistema de remoción de arsénico: "Nuestro próximo paso sería en colaboración con la industria nacional"

La investigadora que lidera el proyecto SolArsenic indicó que actualmente el sistema cuenta con una planta piloto que se ha probado en dos comunidades del norte de Chile.

Contar con agua apta para el consumo humano y para las actividades agrícolas es un requisito clave para la subsistencia humana y el crecimiento económico de cualquier nación, por lo que su acceso es una preocupación mundial. Sin embargo, en muchas localidades, junto al recurso hídrico pueden encontrarse bacterias, microplásticos o minerales pesados como el arsénico.

Según información proporcionada por el Banco Mundial, más de 80 localidades en el norte de Chile registran altas concentraciones de arsénico en el agua, lo que representa una amenaza significativa para la salud pública y la seguridad alimentaria en la región. Para abordar esta problemática crítica, se está apostando por la innovación y la tecnología como herramientas clave para resolver estos desafíos.

En este contexto, conversamos con la dra. Andreina García, investigadora del Advanced Mining Technology Center, quien ha estado liderando el proyecto SolArsenic, un sistema diseñado para remover arsénico desde fuentes de agua.

SolArsenic, proyecto iniciado en 2016. Se basa en un novedoso nanomaterial fotoactivo que reacciona en presencia de luz solar y que puede transformar el arsénico III, de alta toxicidad, en arsénico V, de menor toxicidad y más fácil adsorción. Luego, este arsénico es adsorbido por el mismo material fotoactivo y así se elimina del agua. Esta doble capacidad (conversión mediante fotooxidación, y adsorción del arsénico) es una de las novedades de SolArsenic, pues en otros sistemas estos procesos son hechos por dispositivos separados. Tras ello el nanomaterial que contiene el arsénico se separa del agua mediante microfiltración, se somete a un tratamiento para regenerar el material y dejarlo así disponible para un nuevo ciclo de remoción. Las pruebas han arrojado que el nanomaterial tiene una vida útil de hasta cinco ciclos. 

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