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Por Javiera Pizzoleo , 22 de marzo de 2024 | 17:22

La desalación utilizada como nueva fuente de agua para la minería en Chile: desafíos ambientales e infraestructura compartida

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La minería en Chile utilizó un 18,07 m³/seg de agua para las operaciones en 2022 y se espera que a nivel nacional -no solo del sector- la demanda incremente en 4,5% al 2030. Para asumir este aumento en el consumo se necesita encontrar nuevas fuentes de agua, como la desalación.

Chile se enfrenta a uno de los principales desafíos en torno al cambio climático: La sequía. En la actualidad el 72% de la superficie de Chile sufre de sequía en algún grado, esto ha impulsado al país a crear planes de gestión de los recursos hídricos y así buscar nuevas fuentes de agua, una de ellas la desalación.

Aunque no solo es una solución para los más de 6 millones de habitantes que podrían verse afectados por la crisis hídrica, sino que también para industrias estratégicas para avanzar en la transición energética como es la minería.

De acuerdo con Cochilco, la industria utilizó un 18,07 m³/seg de agua para las operaciones en la minería del cobre en Chile durante 2022. Donde un 66% de las aguas utilizadas provino de fuentes continentales y un 34% de agua de mar. En el documento se destacó que “la desalinización del agua de mar se ha convertido en una solución beneficiosa para enfrentar la escasez hídrica en la minería”.

“El rol que cumplen las plantas desaladoras es servir como una nueva fuente de agua. (…) Que la minería use desalación es una alternativa muy interesante, porque la es una industria que no requiere agua con altos estándares de calidad para muchos de sus procesos, por ejemplo, el enfriamiento”, indicó Jorge Gironás, subdirector del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) de la Universidad Católica y la Universidad de Concepción.

Por su parte, Carlos Foxley, presidente de la Asociación Chilena de Desalinización (ACADES), afirmó que “la minería hace mucho tiempo comprendió que los recursos hídricos se iban a agotar”. De este modo, explicó que, por medio de estudios, la industria visualizó que el agua continental era cada vez menor: “La ecuación no cerraba y había que ingresar una nueva fuente de agua”, para así poder procesar la roca en las concentradoras y obtener minerales necesarios para la transición energética.

Andrés Palomino, Head of Sales SAM - Energy Industries de ABB, concuerda con Foxley y sostiene que en algún momento el agua fue considerada un recurso de bajo coste, pero ese paradigma fue cambiando: “Ahora estás plantas desaladoras, como todas las instalaciones de bombeos para llevarla a la mina, son tan importantes como el molino como tal, Si no tienes agua, no se va a poder producir los minerales”.

No obstante, existen factores a considerar al momento de implementar plantas desaladoras en el territorio nacional, entre ellos están los costos, el impacto ambiental, consumo de energía y condiciones locales.

El desafío de procurar el cuidado ambiental  

En Chile existen aproximadamente 22 plantas desaladoras en operación con capacidad mayor a 20 lt/s y otras 12 en evaluación ambiental, según un catastro realizado por ACADES y Consejo Minero. Pero ¿cuál es el impacto que tienen realmente este tipo de infraestructura en el ecosistema costero?

El informe Desalinización: Oportunidades y desafíos para abordar la inseguridad hídrica en Chilerealizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, indica que uno de los impactos asociados es el “vertimiento de efluentes como sales concentradas, que generan, entre otros efectos, estrés osmótico en organismos tanto pelágicos como bentónicos, así como impactos negativos en el funcionamiento y estructura de las comunidades y ecosistemas marino-costeros”.

Esto se convierte en un desafío latente al momento de instalar plantas en la zona costera del país. Gironás menciona que existen “casos en otros países donde la desalación se ve dificultada por el hecho de que hay una fuerte presión por preservar el ecosistema y por economía locales que se pueden ver afectadas por el proceso”. Antonio Pulgar coordinador de estudios ONG FIMA, concuerda con Gironás con respecto al impacto que se tiene en la biodiversidad de los océanos y también a sectores económicos como la pesca artesanal.

En este sentido, el coordinador de estudios de FIMA explicó que “una forma de prevenir, por ejemplo, es ampliar las zonas de descarga, ya que muchos de estos proyectos de desalinización son espacios muy cortos menores de 100 metros, y llevarlos a una profundidad mucho mayor”. Junto con además realizar planificaciones: “Sin una incorporación de los instrumentos de ordenación del territorio vamos a seguir replicando un aumento exponencial de distintas operaciones de desalinización que no permitan distribuir los efectos ambientales en el territorio”, sostiene.

No obstante, Domingo Zarzo, presidente de la Asociación Española de Desalación y Reúso (AEDyR) y Co-fundador del Water Positive Think, indicó que existe un proceso al momento de introducir nuevamente la salmuera al ecosistema marino. “El concentrado de la desaladora se diluye primero con agua de mar y luego se vierte mediante difusores que mezclan muy rápido la salmuera con el agua y a muy pocos metros de donde se vierte ya es indistinguible”.

Infraestructura compartida para el futuro de la desalación

La demanda de agua consumida incrementará en un 4,5% al 2030 y un 9,7% al 2040, sostiene el informe Infraestructura Hídrica Compartida de Cochilco. Además, “se estima que la demanda doméstica aumentará en un 25%, la demanda industrial en un 66% y la agricultura en un 3,4% en el periodo 2025-2030”.

Por lo que, el término “infraestructura compartida” cada vez es más recurrente al momento de pensar en plantas desaladoras. “El desafío es que esta infraestructura pueda ser compartida de manera que resolvamos los temas de todos los actores en el territorio, no solamente del sector minero, sino que también de los ciudadanos que viven cerca de las faenas mineras”, indicó la ministra de Minería, Aurora Williams, en el Congreso ACADES 2024.

En este mismo sentido el presidente de ACADES concordó con la secretaria de Estado, expresando que una de las oportunidades que tienen las concesiones público-privadas es poder trabajar en proyectos multipropósito. Uno de los ejemplos que dio es el proyecto de la planta desaladora de la Región de O’higgins, la cual “va a servir para alimentar a la población, a quienes tienen Agua Potable Rural y también incluso a ciertos cultivos del mundo agrícola”.

También, indicó que “el agua continental es cada vez menor”, por lo que hay que trabajar para conseguir nuevas fuentes hídricas que sean multipropósito y así enfrentar el desafío – a nivel mundial – de la escasez hídrica.

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