El desafío hídrico de la minería exige colaboración 

Columna realizada por Diego Orpinas, analista senior GEM Mining Consulting.

La crisis hídrica en Chile es una realidad innegable que afecta a múltiples sectores productivos y a las comunidades. En este contexto, la minería ha debido acelerar su transición hacia el uso de agua de mar para garantizar la sostenibilidad de sus operaciones. Según la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), para 2027 la minería utilizará más agua desalada que continental, y para 2034, el 69,8% del agua provendrá del mar. Este cambio estructural plantea desafíos y oportunidades que marcarán el futuro de la industria.  

Con 11 proyectos de desalación en marcha y una inversión superior a los 8.395 [M US$], la industria ha dejado claro que la sustentabilidad hídrica es una prioridad. Sin embargo, la desalación no es una solución perfecta, ya que su alto consumo energético y el impacto ambiental asociado a la captación de agua de mar y la descarga de salmuera requieren tecnologías avanzadas para minimizar su huella ecológica. Para abordar estos desafíos, las empresas mineras están incorporando energías renovables, optimización de procesos y tecnologías como la ósmosis inversa, claves para hacer más eficientes las plantas desaladoras. No obstante, más allá de la innovación tecnológica, la verdadera clave estará en la colaboración entre compañías.  

La construcción de infraestructuras de desalación y transporte de agua implica inversiones millonarias. En este contexto, la cooperación entre empresas es esencial para optimizar costos, mejorar la eficiencia y fortalecer la sostenibilidad del sector.  

Un ejemplo reciente es el acuerdo entre Codelco y Anglo American para el desarrollo conjunto del distrito minero Andina-Los Bronces. Este tipo de iniciativas pueden extenderse a proyectos de desalación, permitiendo compartir plantas, reducir costos unitarios y generar excedentes de agua, mediante acuerdos estratégicos, podrían beneficiar a comunidades locales o sectores productivos como la agricultura.  

La minería chilena tiene la oportunidad de convertir un desafío en una ventaja competitiva. Si las empresas trabajan en conjunto para desarrollar infraestructura hídrica compartida, no solo asegurarán su sostenibilidad operativa, sino que también podrán fortalecer sus lazos con la sociedad, mejorando su aceptación social y su legitimidad en el debate medioambiental.  

El cambio hacia el uso mayoritario de agua de mar no debe verse solo como una medida de mitigación de crisis, sino como una oportunidad para innovar. Tecnologías como las mencionadas anteriormente, permitirán mejorar la eficiencia de las plantas desaladoras. Además, la integración con energías renovables puede reducir su impacto ambiental y operacional, contribuyendo al objetivo de carbono neutralidad del sector.   

Chile está a las puertas de una transformación estructural en su minería. La transición hacia el agua de mar no es opcional, sino una necesidad inminente. Sin embargo, el éxito de esta transformación dependerá de cómo se implemente: si se aborda con una visión fragmentada, los costos y desafíos ambientales podrían ser una barrera. En cambio, si la industria adopta un enfoque colaborativo, innovador y sustentable, podrá asegurar no solo su viabilidad operativa, sino también su liderazgo global en la minería responsable del futuro.  

COMENTA AQUÍ