Reportajes
Por Juan S. Olivares , 15 de octubre de 2021¿Cómo advertiremos sobre los desechos nucleares en 10.000 años?
Este dilema es grave, ya que no sabemos a ciencia cierta lo que ocurrirá en el futuro, pero sí sabemos los peligros de los desechos nucleares hoy.
10.000 años en el futuro: esa es la cantidad de tiempo en que los desechos nucleares permanecerán activos en nuestro planeta.
En la actualidad, la energía que se obtiene a través de combustibles nucleares se utiliza para la generación de electricidad para las ciudades, naves militares y fabricación de arsenales de guerra. También, se utiliza la radiación nuclear en la medicina para tratar algunas enfermedades como el cáncer.
Los elementos radioactivos se encuentran de manera natural en el universo y en nuestro planeta. Los humanos han procesado diversos minerales que se extraen de la tierra para crear sofisticados sistemas nucleares que facilitan la comodidad y el desarrollo de las sociedades.
Pero estas tecnologías radioactivas son devastadoras para el medio ambiente, e incluso podrían acabar con toda la vida del Planeta Tierra en tan solo segundos.
Por esta razón, las comunidades científicas y de ingenieros del mundo han trabajado décadas en procesar los desechos nucleares.
El desafío no es menor, ya que se deben crear kilómetros de túneles bajo tierra para proteger los depósitos de chatarra nuclear y mantenerlos resguardados hasta que sean inofensivos para el planeta.
Estamos hablando de más de 10.000 millones de años en el futuro, un momento en el tiempo y espacio muy alejado a nuestra realidad ¿Qué ocurrirá con los humanos de aquel futuro?
La curiosa naturaleza humana
Desde finales de la Guerra Fría, el gobierno de los Estados Unidos ha convocado a científicos, ingenieros y especialistas en comunicación social para gestionar correctamente la chatarra nuclear con una proyección de 10.000 años en el futuro.
El desafío más grande surgió cuando la comisión se preguntó cómo advertir a los seres pensantes del futuro sobre el peligro de desenterrar estos depósitos nucleares.
El lenguaje humano es cambiante y constante. Por ejemplo, en la actualidad el arameo es una lengua muerta, a pesar de ser el idioma con el que se redactaron algunos capítulos de la Biblia. Algo similar ocurre con los petroglifos de las pirámides egipcias.
Las costumbres, lenguas y significados cambiarán inevitablemente al pasar los años.
¿Cómo advertirle a los humanos o alienígenas del futuro sobre el peligro de la chatarra nuclear? La respuesta podría sonar lógica: con un cartel. ¿Pero cómo podríamos redactar ese cartel, si no sabemos qué idioma se hablará en el futuro?
Gatos radioactivos y religiones nucleares
Las propuestas fueron interesantes: desde gatos que cambian de color en presencia de la radioactividad, hasta religiones basadas en la actividad nuclear para traspasar los conocimientos científicos a través de la creencia.
También se habló de obras arte, pero estas ideas están propensas a la interpretación, que es un ejercicio mental muy subjetivo.
A fines de los 90’ un equipo de comunicadores llegó a una solución efectiva: ilustraciones hechas con lápiz y papel. Inspirados en el famoso cuadro El Grito de Edvard Munch, los comunicadores diseñaron dibujos que informan a través de expresiones faciales los peligros de los desechos nucleares.
Esta solución es simple, pero a través de emociones complejas se advierte sobre el grave peligro de la actividad nuclear para las generaciones futuras. Este hecho nos invita a reflexionar sobre nuestro impacto en el planeta: la vida nos puede parecer efímera y pasajera, pero las consecuencias de hoy podrían ser eternas.
Ya basta de energía nuclear
Dada la naturaleza sísmica de nuestro país, en Chile no existen instalaciones nucleares, a excepción de dos pequeños laboratorios dedicados a estudiar el fenómeno de la radioactividad a nivel académico.
En los países vecinos de Bolivia y Argentina existen grandes proyectos nucleares, y en Brasil ocurrió uno de los accidentes radioactivos más graves de la historia, cuando unos recicladores desarmaron una máquina de radioterapia desde un hospital abandonado en la ciudad de Goiânia, en el año 1987.
Después del terremoto de Japón de 2011 y el desastre de Fukushima, el mundo ha cambiado la energía nuclear por otras alternativas más sustentables. Y esa es la idea con todo aquello que contamina a nuestro planeta.
De todas formas, los humanos de hoy debemos hacernos responsables de nuestros problemas, para asegurar una vida digna para las generaciones del futuro.
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