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Por Marina Parisi , 23 de abril de 2025 | 16:40La escoria del cobre: de residuo a oportunidad

Opinión de María Francisca Rebolledo, Project Engineer GEM Mining Consulting.
En medio del necesario impulso hacia una economía circular, uno de los desafíos más urgentes de la minería chilena es qué hacer con las millones de toneladas de escorias acumuladas tras décadas de producción cuprífera. El verdadero valor de una economía circular no está solo en reciclar, sino en dejar de desperdiciar y en transformar los residuos en recursos.
Cada tonelada de cobre producida en fundiciones genera, en promedio, 2,2 toneladas de escoria. Solo en Chile, el Sernageomin estima una generación según anual de casi 5 millones de toneladas, con un histórico acumulado que supera los 70 millones. Esta escoria, compuesta principalmente por silicatos de hierro y óxidos metálicos, ha sido históricamente tratada como un desecho. Pero en un país que busca liderar en sostenibilidad y eficiencia, esta mirada ya no es suficiente.
Hoy la escoria representa una oportunidad
Desde el punto de vista técnico, Chile no tiene barreras mayores. Existen plantas de flotación modernas como la de Potrerillos, tecnologías de lixiviación avanzadas y experiencia en pirometalurgia secundaria que permiten recuperar cobre, oro y plata desde estos residuos. Incluso la reutilización de escorias en construcción —como reemplazo de áridos naturales— ha sido validada en países como Alemania, Japón o Estados Unidos. Estudios recientes demuestran que estos materiales pueden usarse para fabricar pavimentos, hormigón o azulejos con excelente desempeño y que bajo la normativa de gestión de residuos su uso no representa un riesgo para la salud humana ni el medio ambiente.
El verdadero freno está en lo normativo
En Chile, la escoria es clasificada como un residuo no peligroso, lo que impone restricciones a su uso, transporte y disposición. Esta limitación, más que técnica, es normativa y en la práctica dificulta su valorización.
La reciente norma chilena NCh163:2024, cuyo lanzamiento oficial tuvo lugar en diciembre de 2024, permite el uso de áridos reciclados y artificiales en hormigón, lo que es un avance. Pero aún se necesita reconocer oficialmente la escoria como un subproducto minero cuando cumple con criterios de seguridad, demanda y calidad. Solo así podrá insertarse plenamente en otras industrias.
La reutilización de escorias, bien regulada y validada técnicamente, genera beneficios en múltiples dimensiones:
- Ambiental, al reducir botaderos, liberar espacio y disminuir la presión sobre cuencas como la del Aconcagua, intensamente afectada por la extracción de áridos.
- Económica, al reducir los costos de cierre y disposición final, y permitir nuevos ingresos por valorización de subproductos.
- Social, al reducir impactos en comunidades cercanas a depósitos históricos y favorecer la regeneración de ecosistemas como los humedales adyacentes a fundiciones cerradas.
Chile tiene una oportunidad única de dar un paso concreto hacia la minería circular. Y no se trata de esperar a tener la “tecnología perfecta” o de lanzar grandes promesas. Se trata, simplemente, de cambiar la forma en que miramos los residuos industriales. De ver en la escoria no un problema, sino un activo.
Para avanzar, se requiere liderazgo político, alineamiento técnico y diálogo multisectorial. Las alianzas público-privadas, los pilotos como el de Codelco Ventanas y los aprendizajes internacionales deben ser el punto de partida para un nuevo enfoque normativo.
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